¿Qué es el Examen de conciencia?
En algunos vídeos del canal (Enriquísimo Tv) hablo a menudo del examen de conciencia, pero ¿qué es eso Quique?
La reflexión te hace libre, persona, en un mundo esclavizado por las modernas técnicas de difusión de pensamiento.
– P. Tomás Morales
Es una práctica que nos hace mucho bien a todos los cristianos y a los demás.
1. Preparación para el sacramento de la alegría, el sacramento de la confesión
Consiste en reflexionar sobre todo lo que nos haya podido alejar de Dios. Es el momento de ser sinceros con uno mismo y con Dios, sabiendo que Él no quiere que nuestros pecados pasados nos opriman, sino que desea liberarnos de ellos para poder vivir como buenos hijos suyos.
Para hacer bien este examen puede ayudarnos a servirnos de una guía (por ejemplo los 10 mandamientos). También puede ayudar anotar en un papel los pecados para no olvidarlos a la hora de confesar. Pero siempre tener cuidado en evitar dos extremos: el escrúpulo o perfeccionismo, o la ligereza o laxitud de no ver pecado en nada.
2. El examen de conciencia son unos Ejercicios Espirituales en miniatura
Son para quitar de sí todas las acciones desordenadas y así buscar la voluntad de Dios. Este es el objetivo del Examen de Conciencia diario, también llamado balance.
Es como una brújula que nos ayuda en nuestra vida espiritual. Como un taller de reparación de pinchazos.
Es una oración, es para estar con el Señor. Es algo más que lo que hacen las empresas, un equipo de fútbol después de un partido importante… es más importante aún, porque Dios nos va transformando en este rato.
Decía el padre Tomás Morales, que es muy saludable, pero no es fácil. Nos cuesta dedicar tiempo a hacerlo cada día. Está perseguido.
Enemigos del Examen de Conciencia
- El orgullo. Claro, supone ver mis defectos. A nadie le gusta mirarse al espejo y verse feo. Mirar nuestra realidad que nos puede no gustar.
- La pereza. Para qué lo voy a hacer si siempre caigo en los mismo. Pero el demonio no quiere que lo hagamos porque puede hacerle mucho daño a él.
- El desorden. Estamos continuamente haciendo cosas. La propia vida, las prisas, las urgencias, nos llevan permanentemente a hacer cosas. Claro, no tengo tiempo para hacer esto, tengo que descansar. Pero no es tiempo perdido, hay que saber perderlo para ganar. Porque nos ayuda a reequilibranos, a parar a ser reflexivos.
- La irreflexión. No solemos ir a lo profundo. No queremos ver nuestros defectos y por supuesto no queremos ver nuestras raíces. Y si no sabemos por dónde atacar, sabemos donde están los orígenes, pues se puede trabajar mejor
- La inconstancia. Tenemos miedo al esfuerzo prolongado. Estamos acostumbrados a lo inmediato. No queremos esperar a que se solucionen las cosas. Pero en la vida espiritual los procesos son largos. Las heridas de nuestro corazón del pasado necesitan su tiempo. Y la inconstancia es un gran enemigo del Examen de Conciencia.
Ventajas del Examen de Conciencia
- Nos ayuda a conocernos, a perfeccionarnos. Vemos los puntos vulnerables. Es como una radiografía, unos rayos X.
- Nos ayuda a conocer a los demás. Cuando nos comprendemos a nosotros mismos nos volvemos más comprensivos con el resto. Si yo puedo fallar también el resto puedo hacerlo.
- La gran ventaja es que nos ayuda a crecer en la humildad. En el fondo nos creemos buenos, pero darnos cuenta de que en realidad no es así, pues esto nos pone en nuestro sitio. La humildad, dice Santa Teresa de Jesús, es “andar en verdad”. reconocer lo que somos. Ni más ni menos. Con nuestras pobrezas, debilidades y virtudes.
- A través de él, Dios nos habla. Nos enseña, se vuelve nuestro maestro y nos muestra los caminos que tenemos que seguir.
¿Cómo se hace? 5 puntos que nos dice San Ignacio de Loyola
- Dar gracias al Señor de lo que ha sucedido en el día. Tanto bueno como malo, ¿por qué malo? porque a lo mejor a través
- Pedir luz al Espíritu Santo. Hay que repasar bien la jornada, hay cosas que se nos pueden ocultar, pecados que no somos capaces de ver.
- Examinar todo el día. Ver los pecados, las faltas, defectos de nuestro carácter, faltas de caridad con los demás. Pero lo bueno también, claro. Repasar las horas del día. O mirar ese pecado recurrente en nosotros y ver cómo ha ido a lo largo de la jornada.
- Pedir perdón.
- Hacer un propósito. A lo mejor elegir uno de nuestros defectos del día y ponernos un propósito en concreto y ver en el balance del día siguiente si lo he hecho bien.