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Diferencia entre beato, santo, siervo y venerable

El proceso de la santidad de una persona, dentro de la Iglesia católica, requiere de un proceso exhaustivo. Te enseño la diferencia.

Al investigar sobre el proceso de cada parte, venerable, beato, santo y demás, vi que podía ser contraproducente el que os detallase eso aquí. Es bastante complejo. Por eso prefiero explicaros en orden en el que van proclamando y qué es cada uno de ellos, seguro que con eso es más que suficiente.

Para ser beatificado, es indispensable que se le atribuya un milagro al ya Venerable.

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Para que una persona pueda optar a ser nombrado santo por la Iglesia Católica, lo primero es que necesariamente debe estar muerta… sí, perdón, es que es el principal requisito. Lo otro es que la Iglesia católica solo canoniza a los que conoce, a sus fieles. No a los de otras religiones. Es lógico, ¿verdad?

Pero eso no significa que solo los católicos van al Cielo, no. Dios quiere que todos se salven. El Cielo está preparado para todos nosotros.

Lo que dice el concilio Vaticano II:

«Incluso a aquellos que sin culpa no han llegado todavía a un conocimiento expreso de Dios, y se esfuerzan, no sin la gracia divina, en llevar una vida recta, tampoco a ellos niega la divina Providencia los auxilios necesarios para la salvación». Gaudium et Spes 22, 5

Y dice también:

«Aquellos que, ignorando sin culpa el Evangelio de Cristo y su Iglesia, buscan, no obstante, a Dios con un corazón sincero y se esfuerzan, bajo la influencia de la gracia, en cumplir con obras su voluntad conocida mediante el juicio de la conciencia, pueden alcanzar la salvación eterna». Lumen Gentium, 16

1. Siervo de Dios

Es el primer paso o grado de una serie de requisitos para una posible canonización como santo. Para ello, se presenta a la Santa Sede un informe sobre la vida y las virtudes de la persona. 

Si es apto para seguir el proceso, la Iglesia da el decreto de Nihil Obstat (que significa no hay obstáculo) y por lo tanto esta persona pasa a ser Siervo de Dios.

2. Venerable

Se es declarado venerable cuando se demuestra que ha tenido una vida conforme al evangelio y el papa por tanto declara sus “virtudes heroicas“.

En el caso de los mártires (las personas que han muerto por defender la fe), no es necesario atestiguar tales virtudes heroicas, ya que es suficiente heroicidad el mismo martirio. Es decir, que un mártir no es declarado Venerable, sino, en tal caso, directamente beato.

DON ENRIQUE BOIX | Mártir Guerra Civil Española | Audiorelato

3. Beato

Para ser beatificado, es indispensable que se le atribuya un milagro al ya Venerable. Vamos, que desde el Cielo interceda ante Dios para realizar algún milagro aquí en la tierra. 

El proceso de examinar el “presunto” milagro debe abarcar dos aspectos:

  1. La presencia de un hecho, la sanación en la mayoría de los casos, y que los científicos, o los médicos, deberán atestiguar como un hecho que va más allá de la ciencia.
  2. La intercesión del venerable siervo de Dios en la realización de ese hecho que señalarán los testigos del caso.

Si el veredicto es positivo el prefecto de la Congregación contactará con el Papa para que lo apruebe y determinar la fecha de la ceremonia litúrgica.

4. Ser santo

Para ser santo, se necesita un segundo milagro, que se examina con detenimiento. Ah, y este milagro requiere haber sucedido en una fecha posterior a la beatificación.

Se siguen los pasos correspondientes hasta que por último, el Papa tiene que aprobarblo y realizar el “Decreto de Canonización” y se lleva a cabo la ceremonia de la canonización.

Más de 10.000 personas canonizadas

La Iglesia católica ha canonizado a más de 10.000 personas. Los procesos han sido súper variables en cuanto a tiempos. De canonizar a, por ejemplo, San Pedro Mártir, que tardaron menos de un año en hacerle santo a otros que han tardado hasta siglos.

Estampita de San Enriquísimo 😛

Todos estamos llamados a ser santos. No es necesario que la Iglesia lo haga oficial, ni que nos hagan estampitas, porque santos tiene que haber cientos de millones en el Cielo. A eso sí estamos llamados.

Si la Iglesia nombra santos es para que tengamos testimonios y ejemplos que nos puedan ayudar en nuestra fe. Eso sí, sin olvidarnos de que Jesucristo es el ejemplo principal para nosotros.

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