En el corazón de Ciudad de México, en un taller donde la luz parece emanar de cada rincón, Tais Gea dedica sus días a un arte que trasciende el tiempo y el espacio. Consagrada del Regnum Christi, además de biblista y teóloga, ha encontrado en la iconografía bizantina un medio para expresar la belleza de lo divino y acercar a otros al encuentro con Dios. Su misión, en sus propias palabras, es clara:
“El icono no es solo para mirarlo, sino para que te mire. Es una invitación a entrar en comunión con lo divino”.
1. Historia y espiritualidad de la iconografía bizantina
La iconografía bizantina tiene sus raíces en los primeros siglos del cristianismo, desarrollándose en el Imperio Bizantino y preservando una tradición artística que expresa verdades espirituales a través de formas visuales. Cada icono es una representación de lo divino, no una mera obra de arte. Como explica Tais, el icono no se “pinta”, sino que se “escribe”, pues no se trata de una simple pintura, sino de “plasmar la Palabra de Dios en líneas y colores”.
En este arte, cada línea, cada color y cada gesto de la figura representada tiene un significado profundo. Es un tipo de teología visual, donde el iconógrafo es tan solo un instrumento para que Dios se revele a través de la imagen. La propia Tais reconoce que su trabajo “no es solo estética, sino presencia de Dios que se revela a nosotros”.
2. La técnica: El arte de la pintura al temple y el simbolismo
El proceso de creación de un icono requiere una técnica precisa que ha sido preservada durante siglos. Tais Gea emplea la pintura al temple, mezclando pigmentos naturales con yema de huevo para lograr una emulsión especial que da a los colores una luminosidad única. Este método no busca imitar la realidad, sino manifestar lo divino:
“Las luces en la iconografía bizantina no son realistas; emergen de los cuerpos, reflejando la luz de Dios que brota de dentro”.
Además de la técnica, el simbolismo en la iconografía bizantina es fundamental. Cada tono tiene un significado específico: el oro simboliza la divinidad, el azul la pureza de María y la luz interna de los santos indica su transformación espiritual. Este simbolismo convierte cada icono en un vehículo de meditación y oración.
3. La capilla del Highlands: Un espacio para la contemplación
Uno de los proyectos más desafiantes y significativos en la carrera de Tais Gea ha sido la creación de una capilla en el Highlands International School de México. Esta capilla, decorada con iconos que representan escenas de la historia de la salvación, permite a los estudiantes vivir una experiencia espiritual envolvente. Tais dedicó más de dos años a este proyecto, escribiendo iconos como La Creación, El Sagrario, El Nacimiento y La Crucifixión.
Sobre la importancia de estos espacios sagrados en las instituciones, Tais reflexiona: “Muchas veces se invierte más en tecnología y deportes, mientras que los espacios litúrgicos quedan relegados. Pero aquí queríamos que quien entrara a la capilla se sintiera abrazado por el misterio de Dios”.
4. Bet Tefilá: Un taller que enseña y transforma
En su taller de iconografía Bet Tefilá, Tais Gea enseña no solo la técnica, sino también la espiritualidad que requiere el arte bizantino. “La intención de mi taller es hacer una experiencia de Dios, no solo enseñar una técnica”, comenta Tais, subrayando que cada pincelada es un acto de oración y cada icono es un encuentro con lo sagrado.
Instagram de Bet Tefilá.
El taller Bet Tefilá se convierte en un espacio donde los alumnos no solo aprenden a crear iconos, sino también a entender el simbolismo de cada trazo y a vivir el proceso de creación como una oración. En palabras de Tais, “el icono no solo lo trabajas tú, sino que también él te trabaja a ti”.
5. Significado del color y la luz en la iconografía
La iconografía bizantina se caracteriza por su uso del color y la luz de manera simbólica. En un icono, la luz no viene de una fuente externa, sino que parece emerger de la propia figura representada, como símbolo de la luz divina que habita en los santos. Tais menciona que el oro en un icono no es simple decoración; es un símbolo de la presencia divina. Cada color en la iconografía tiene su propia carga simbólica y transmite una parte de la teología cristiana: el rojo representa el sacrificio, el azul la pureza y el verde la renovación.
“El icono es belleza que genera belleza interior”, afirma Tais, recordándonos que esta forma de arte no solo busca una estética atractiva, sino una conexión con lo trascendental.
Conclusión: Un encuentro con la belleza de Dios
Su trabajo nos invita a detenernos, a contemplar, a buscar una profundidad espiritual en medio del ajetreo del mundo moderno. Para ella, la iconografía es una oración visual que nos permite vislumbrar la luz de Dios en medio de nuestra realidad. Como ella misma expresa:
Yo le supliqué a Dios que mis iconos no fueran perfectos en la técnica, sino que fueran siempre presencia de Dios.
Su obra es una invitación a contemplar la belleza como un camino hacia lo divino, un recordatorio de que, en palabras de San Juan Pablo II, “el mundo en el que vivimos necesita belleza para no hundirse en la desesperación”.