¡Ey qué paixa por tu caixa!
La contemplación
La contemplación es un ejercicio para “ver” por todas partes a Dios que nos abraza en su amor y alabanza; para alcanzar la gracia de descubrir la realidad, la historia, la propia vida, los acontecimientos diarios, en su más profunda dimensión.
Esta oración no es tanto para meditar, para reflexionar acerca del texto, sino de gustar y sentir, de saborearlo. Vamos a tratar de repetirlo para que se asiente esa contemplación, esas escenas, imágenes, sentimientos….
Al final del artículo encontrarás un consejo especial para hacer tu oración.
– Enriquísimo Tv
La contemplación tiene que ver más con esos momentos en los que nos quedamos embobados mirando una gran película, cuando disfrutamos en silencio un precioso paisaje, o leyendo un libro… Pero también se puede aplicar a situaciones de miedo, impotencia o tristeza.
Imaginaos la contemplación de la Pasión del Señor. Duro, ¿verdad? Así que lo que tenemos que conseguir es meternos en la escena, en ese texto que estoy leyendo. Dice San Igancio de Loyola: “como si presente me hallase“. Y reflectir sobre uno mismo, ver lo qué sentimientos y emociones mueven en mí.
Para ello empleamos un método que lo vamos a seguir en todas las oraciones:
- Leer un texto del Evangelio para sumergirme en él.
- Hacer silencio y prepararse para escuchar. Se trata de meternos en la oración con dos actitudes: dedicación, “a lo que estamos” y disponibilidad (confianza en que lo que pase, será para bien). Dios siempre trabaja conmigo.
- Hacerse presente en el texto. Ver, oír, mirar actitudes, gustar, oler, tocar… lo que sucede en la escena. Y una vez metido, hago una petición, que me servirá de referencia. Por ejemplo: contemplando al Niño Jesús recién nacido, puedo pedir a San José que me de su silencio y alegría para contemplar sin distracciones a Dios hecho bebito. Y este punto de referencia, si me distraigo, acudo de nuevo a él. Y así continúo gustando de la escena.
- Reflectir. Es decir, iluminar desde lo orado alguna situación de mi vida a mejorar, a reforzar, a cambiar… Pero ojo, este reflectir no se hace al comienzo de la oración. Solo después de haber profundizado en el texto del evangelio. ¿Qué no sacamos nada todavía? pues seguimos profundizando con toda la paz “a ver qué saco, a ver qué me regala Dios”.
- Coloquio. Y al final hacemos un pequeño examen de la oración y le cuento a Dios, a mi amado, cómo ha ido este rato, se lo cuento, le agradezco y le amo.
Consejo sobre la oración
A veces puede ayudarnos a orar escribiendo. Personalmente me ayuda hacerlo así cada cierto tiempo. Ordena ideas e incluso hablo directamente a Jesús o a la Virgen con lo que escribo.
Los tipos de oración:
- Oración vocal
- Meditación
- Contemplación
- Con la naturaleza
- Por listas
- Coloquios
- Alabanza
- En presencia del Señor
- El Rosario
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