Este documental me lo recomendó un amigo que intuía me podía interesar. Dio en el clavo. Me ha parecido muy interesante. No, el adjetivo interesante no le hace justicia. Lo que expone este documental es una problemática real desde el potente testimonio de David Attenborough, una persona experta y amante de la naturaleza, del planeta Tierra, pero en especial, de la humanidad.
El problema de las ideologías y políticas actuales, es que son capaces de absorber la opinión personal de mucha gente. Me refiero a que nos meten ideas y pensamientos en la cabeza que nos aborregan, que nos limitan, quieren que no pensemos por nosotros mismos sobre estos temas, quieren manipularnos, básicamente.
Enriquísimo Tv
David Attenborough es un científico y aventurero británico. Muchos le conocemos por los documentales, ¿verdad? Lleva trabajando desde la veintena en la exploración y estudio de la fauna y flora, y se podría decir, que de forma accidental, es experto del impacto medioambiental del hombre sobre la naturaleza.
Antes de entrar a contar un poco lo que cuenta David Attenborough en el documental Una vida en nuestro planeta de Netflix, quisiera aclarar mi punto de vista sobre este tema. Para entrar a valorarlo de forma adecuada, he tenido que hacer un trabajo importante durante años, para quitarme las “gafas” de la ideología y la política. Ver con nuevos ojos. Con ellas puestas es imposible tener una mirada limpia de lo que David narra. El problema de las ideologías y políticas actuales, es que son capaces de absorber la opinión personal de mucha gente. Me refiero a que nos meten ideas y pensamientos en la cabeza que nos aborregan, que nos limitan, quieren que no pensemos por nosotros mismos sobre estos temas, quieren manipularnos, básicamente. Por eso, para ver un documental como este y sacar algo de provecho, creo que es imprescindible liberarse de todo eso.
Una vez has llegado a ese punto, lo disfrutarás, en el sentido etimológico de la palabra; sacarás mucho fruto. La problemática de cómo ha vivido la humanidad hasta día de hoy parece evidente. Las causas, claras. Pero, ¿y las soluciones? Bueno, ahí parece que también hay muchas ideas que se están llevando a cabo o se podrían materializar si nos pusiéramos manos a la obra.
Me hace cuestionarme ¿qué es lo que puedo hacer yo al respecto? Pensándolo un poco, creo que ya lo intento. Reciclo todo lo que puedo, gasto poca electricidad (sin abusar), no tiro comida (como lo que me sirvo) y tengo mucho aprecio desde pequeñito a la naturaleza en general pero a los animales en particular. De hecho, mi asignatura preferida en el colegio después de Educación Física, era Biología.
También me acordé de la encíclica Laudato si´que publicó el Papa Francisco en 2015, que trata sobre el cuidado de la casa común. En ella se tratan temas súper interesantes como: la cuestión del agua, inequidad planetaria, el misterio del universo, destino común de los bienes o tecnología: creatividad y poder. A modo de conclusión, copio uno de los párrafos de la encíclica que no tiene desperdicio:
105. Se tiende a creer «que todo incremento del poder constituye sin más un progreso, un aumento de seguridad, de utilidad, de bienestar, de energía vital, de plenitud de los valores»[83], como si la realidad, el bien y la verdad brotaran espontáneamente del mismo poder tecnológico y económico. El hecho es que «el hombre moderno no está preparado para utilizar el poder con acierto»[84], porque el inmenso crecimiento tecnológico no estuvo acompañado de un desarrollo del ser humano en responsabilidad, valores, conciencia. Cada época tiende a desarrollar una escasa autoconciencia de sus propios límites. Por eso es posible que hoy la humanidad no advierta la seriedad de los desafíos que se presentan, y «la posibilidad de que el hombre utilice mal el poder crece constantemente» cuando no está «sometido a norma alguna reguladora de la libertad, sino únicamente a los supuestos imperativos de la utilidad y de la seguridad»[85]. El ser humano no es plenamente autónomo. Su libertad se enferma cuando se entrega a las fuerzas ciegas del inconsciente, de las necesidades inmediatas, del egoísmo, de la violencia. En ese sentido, está desnudo y expuesto frente a su propio poder, que sigue creciendo, sin tener los elementos para controlarlo. Puede disponer de mecanismos superficiales, pero podemos sostener que le falta una ética sólida, una cultura y una espiritualidad que realmente lo limiten y lo contengan en una lúcida abnegación.