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Mi experiencia en Ejercicios Espirituales 2022

Ya está. Un año más. Siempre cuesta un poco entrar en Ejercicios, pero este año tenía muchas ganas. Necesitaba desconectar a lo grande y hacerlo con mi Dios, mi Creador, mi Padre. Pasar siete días en absoluto y riguroso silencio de tú a Tú con mi Señor.

MIS EJERCICIOS ESPIRITUALES 2022

Ya es habitual que haga una tanda de Ejercicios Espirituales anual. Si puedo, las hago de siete días. Y por supuesto, Ejercicios ignacianos, es decir, los Ejercicios Espirituales que concibió con el tiempo nuestro español por excelencia San Ignacio de Loyola.

Todos los ejercitantes de 2022

Las cuatro semanas de Ejercicios Espirituales

Los Ejercicios constan de cuatro semanas, que reducidas a siete días pues se queda a una semana por cada dos días, ¿se entiende? Durante la primera semana de ejercicios se trata de centrarse en mirar a Dios en cómo te mira, contemplar eso mismo, buscar los apegos de tu corazón y poco a poco, con la ayuda del Espíritu Santo, ir limando eso para que el resto de días el corazón esté libre solo para Dios. Por lo tanto, hay que buscar hacer silencio interior y exterior, porque imaginaos la de preocupaciones y tareas que traemos siempre de fuera.

Os transcribo una de las primeras oraciones que salió de mi corazón el primer día:

Sentía que Jesús me decía: Quique mío, hijito amado, muy amado, te he llamado estos siete días especialísimos para que los pasemos juntos, tú y yo, solos, conociéndonos mejor, bueno, conociéndome tú a mí, yo ya te conozco un poco, te conozco todo. Sé que se te hará pesado, se de lo exigente de estos días, pero ya sabes lo mucho que merece la pena. No hagas caso al resto, solo en la medida que te ayude a acercarte más a mí, para amarme. Ánimo hijito lindo. Te amo.

De una oración en Ejercicios Espirituales

Consolación y desolación

Foto de – – en Unsplash

Durante la primera semana también tratamos mucho el tema de la consolación y desolación. Durante Ejercicios uno encuentra situaciones muy complicadas interiormente, y el demonio también busca desconcentrarnos, apartarnos de Dios. Por eso es muy importante formarnos para cuando tengamos una desolación grande, cómo actuar. Aquí entra también el discernimiento de espíritus, saber cuándo es el espíritu bueno o el malo el que nos sugiere o propone un pensamiento. Lo básico es saber que Dios nunca quita la paz, nunca. Cuando uno se encuentra muy inquieto, con ansiedad o algo por el estilo, es el demonio quien está metiendo los cuernos hasta el fondo. Dios habla en la paz, en la quietud. Por lo tanto, estos días también son de formación para nuestro combate espiritual.

En tiempos de desolación no hacer mudanza, es decir, lo que ya sabías que tenías que hacer, que estaba bien, sigue con ello a pesar de que el demonio quiera engañarte con falsas razones.

Foto de Federico Scarionati en Unsplash

Este año no tuve muchas luchas, creo que la Virgen y mi Ángel de la guarda me tenían bien protegido. Además, mi jaculatoria principal fue “Espíritu Santo, méteme en Ejercicios”. Cada vez que mi mente volaba a donde no debía, repetía esta oración. Funcionó siempre.

Pues eso, la experiencia ha ido más enfocada a entender que Dios ya me venía pidiendo ciertas actitudes o desprendimientos y aquí se han afianzado. Uno de ellos, es que tengo que trabajar cada día para vaciarme de mí mismo y dejar espacio para Dios, para nuestro Señor Jesucristo. Solo así podré hacer la voluntad de Dios. De otra manera, me busco solo a mí e incluso aparento exteriormente que soy un buen católico. Esto requiere de más trabajo, de mucha perseverancia, porque tendemos a ser egoístas y a apoderarnos de todo, y en realidad nada es nuestro.

En ocasiones Dios solo quiere que nos lancemos, que lo demos todo y que no tengamos miedo, que siempre está ahí para sostenernos.

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Para ello necesito practicar más la humildad y la penitencia. Ser consciente de cómo ha ido cada día, hacer un examen de conciencia y revisar mis avances para con Dios y mis quehaceres. Y seguir dando pasos en mi vida sin saber muy bien a veces si lo quiere Dios o no. En ocasiones Dios solo quiere que nos lancemos, que lo demos todo y que no tengamos miedo, que siempre está ahí para sostenernos.

Y poco más puedo decir de mi experiencia. Otras muchas vivencias me las quedo para mí. Pero me parece esencial comprender que tengo que ser menos yo para que Cristo sea todo en mí. Predicarle a Él y no como quiero hacerlo yo. Que Él resplandezca y no yo. Solo Cristo, solo Cristo.

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