Es fuerte decir esto, pero el mundo está viendo este acontecimiento como un horror, un desastre, nos es prácticamente imposible ver trascendencia en todo esto, ver esperanza. Y no me extraña. Me atrevo a decir unas palabras al respecto a tenor de poder meter la pata.
Balance de víctimas y heridos del terremoto
¿Cómo puedo ayudar a los afectados por el terremoto de Turquía y Siria?
A menudo me encuentro con personas que piensan que el ser humano es la peor raza que puebla la Tierra. Que solo devastamos, asolamos y arrasamos lo que vemos a nuestro paso: especies animales y vegetales, territorios, etc. Me cansa esta visión tan negativa y alejada de la realidad como el propio James Cameron intenta meternos en la cabeza con Avatar: El sentido del agua, donde se presenta al ser humano literalmente como “el demonio”. En fin, eso me duele, me molesta. El ser humano, como dice el Salmo 8 en la Biblia:
Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad…
Salmo 8
Solo por ser hijos de Dios, nuestra dignidad es perfecta y merecedora de todo respeto y amor. Por eso, las afirmaciones en contra del ser humano, no ayudan, son dañinas, ¡no suman!
Siendo honestos, si miramos como nos mira Dios, cosa que es imposible de hacer, pero se puede intentar (porque Dios está recibiendo a todas estas personas con los brazos abiertos), se podría decir que en el mundo vemos dolor, sufrimiento. Pero en el Cielo hay una fiesta llena de gozo. Pensad que si el Cielo (vivir eternamente con Dios en el Amor) es nuestra mayor victoria, todas esas personas están mejor allí que aquí. Así lo ha querido Dios que permite este tipo de catástrofes. La naturaleza no perdona, no hay mucha más explicación.
Si pensamos que todos estamos llamados a vivir en abundancia, comodidad y bienestar durante 90 años, nos vamos a llevar una desagradable sorpresa. Porque esos son nuestros planes. Los de Dios son bien distintos e inesperados para con nosotros. Siempre debemos aspirar a ser santos hoy, no mañana ¡hoy! Hoy nos jugamos el Cielo, salvar almas, atraer a los alejados. La misión es tremenda.
Además, se están sucediendo milagros como el de esta niña totalmente sepultada por los escombros. Ha sido rescatada de forma increíble y está sana y salva.
Os dejo con unos titulares esperanzadores que indican que el ser humano no es como nos lo pintan:
- Serbia, Kosovo y Montenegro envían 80 rescatistas a Turquía
- Hungría envía otros 46 rescatistas para tareas de emergencia en Turquía
- Zelenski ordena el envío de ayuda humanitaria a Turquía por los terremotos
- La UE despliega más de mil rescatistas para ayudar en las tareas de búsqueda en Turquía
- Ocho bomberos de Málaga viajan a Turquía para ayudar en las tareas de rescate
- Miles de personas participan en las tareas de rescate
- Más de 8.000 personas rescatadas de los escombros del terremoto en Turquía
- Bomberos de Zaragoza parten a Turquía para ayudar tras el terremoto
- Rescatadas una madre y su bebé de seis meses tras 29 horas bajo los escombros de un edificio en Turquía
Telegrama del Papa Francisco al Cardenal Mario Zenari
“Profundamente entristecido por las importantes pérdidas de vidas humanas causadas por el terremoto en la zona del noroeste de Siria, Su Santidad el Papa Francisco eleva una sentida oración por las almas de los difuntos y por todos los que los lloran. Encomendando a la providencia del todopoderoso a los afectados por esta catástrofe, reza en particular por el personal de emergencia que participa en las labores de socorro en curso. Como signo renovado de su solidaridad espiritual, Su Santidad invoca sobre el sufrido pueblo sirio las bendiciones divinas de fortaleza y paz”, es el telegrama del Papa Francisco enviado a su eminencia, Cardenal Mario Zenari, Nuncio Apostólico en Siria.
Sobre la verdadera esperanza. De la encíclica Spe Salvi de Benedicto XVI
«Aquel que incluso por el camino de la última soledad, en el que nadie me puede acompañar, va conmigo guiándome para atravesarlo: Él mismo ha recorrido este camino, ha bajado al reino de la muerte, la ha vencido, y ha vuelto para acompañarnos ahora y darnos la certeza de que, con Él, se encuentra siempre un paso abierto. Saber que existe Aquel que me acompaña incluso en la muerte y que con su “vara y su cayado me sosiega”, de modo que “nada temo” (cf. Sal 23 [22],4), era la nueva “esperanza” que brotaba en la vida de los creyentes».
Sigamos rezando y ayudando como podamos. Todo suma por muy pequeño que sea el gesto realicemos.