Que Pablo d´Ors predique el budismo zen y sea sacerdote católico puede parecer una contradicción, pero es justo lo que sucede. Es un sacerdote católico, escritor y predicador de la meditación oriental. Más conocido por lo último que por lo primero.
Que predique de esta manera, me lleva a preguntarme: siendo sacerdote católico, y dando la misa diaria, la confesión, todos los sacramentos, conversaciones con sus amigos sacerdotes, toda la oración que hace… ¿por qué tiene que buscar fuera si ya está dentro? O dicho de otra forma, ¿qué no encuentra en la Iglesia católica que tiene que irse fuera? Aunque creo que el problema es que no está ni a una cosa ni a otra del todo. Se sitúa como en el medio, tratando de mezclar cosas.
Hoy vamos a aprender mucho juntos. Como afirma San Gregorio Magno: “la incredulidad de Tomás nos ha sido mucho más útil respecto a la fe, que la fe de los otros discípulos”. Fuerte afirmación, ¿verdad?
Por tanto, ya iremos viendo en detalle.
Objetivo del artículo
El principal cometido de este artículo es daros, a vosotros católicos, herramientas para que sepáis discernir los signos que veis fuera o dentro de la Iglesia. De este modo, sabremos defender nuestra fe, seguir el camino recto que nos propone la Iglesia y dar razones de nuestra fe. Si con esta reflexión consigo que sepas hacer todo esto, aunque sea un poco mejor, estaré más que satisfecho.
Porque pienso que la tendencia de nosotros católicos sería trabajar nuestra fe de forma individual (y comunitariamente, por supuesto), ya sea leyendo, haciendo las consultas necesarias, sin esperar que nadie nos dé la respuesta, a no ser que nosotros la hayamos buscado.
Es decir, debemos responsabilizarnos de nuestra fe y de nuestra relación con Dios. Primero nosotros mismos, y luego, por supuesto, en las comunidades o parroquias a las que pertenezcamos. No hay que ir solos por el mundo. ¿Se entiende lo que digo?
Debemos madurar nuestra fe cada día, y permitir que Dios sea el que lo lleve a cabo, siendo nosotros los que nos dejamos llevar en sus manos. Porque Él sabe más. Bueno, espero que se haya entendido.
Empezamos con los 5 puntos esenciales
Entonces, voy a exponer algunos puntos importantes basado en los que dice Pablo d’Ors y comentaré al respecto, para poder sacar todo el jugo posible. Tenía muchas opciones para comentar, pero me he decantado por las que personalmente más me duelen, más me dejan fuera de juego.
Porque hay bastante materia para comentar. Además, intentaré explicar los términos que usa Pablo, que son totalmente budistas, de espiritualidad oriental. Para complementar este artículo, Monseñor Munilla ya responde de forma magistral a varios errores claros de Pablo en un vídeo de YouTube.
1. Pablo d´Dors, mezcla espiritualidades
Mientras escribía sobre el tema que hoy nos compete, me dio por buscar una homilía de este sacerdote.
Y me encontré con una homilía del pasaje de Emaús, del que casi siempre él usa para introducir sus ideas de meditación zen. Y jope, cómo me duele ver a alguien que lo tiene todo tan cerca y él mismo (sin saber la razón) se aleja buscando a saber qué cosa. Mirad, esto es lo que dice en parte de la homilía:
«El camino de ir al encuentro de la verdad y de la vida. Llegar a su centro. Al meditar volvemos a casa. Un camino es suelo bajo nuestros pies y un horizonte al que llegar. Tenemos que tener un horizonte en el camino, nos hace ser peregrinos. Nosotros tenemos claro el horizonte, lo llamamos Dios, lo llamamos la fuente, lo llamamos el ser, Cristo… queremos ir ahí. Lo importante es cada día hacer nuestra sentada, nuestro paso, respiración a respiración, avanzando a ese horizonte».
Y esto en Pablo es una constante. Se basa en las enseñanzas de Jesús, que ha salvaguardado la Iglesia católica durante milenios, y las empapa o enmaraña por completo de la espiritualidad oriental.
Nosotros, católicos comprometidos, tenemos el deber de cuidar nuestra fe, de trabajarla, de ponerla en obras… de imitar a Cristo, de ser sus manos en este mundo, el tiempo que cada uno estemos aquí.
Una advertencia clara es que no tenemos que mezclar espiritualidades tan diferentes como lo son las orientales con la nuestra. Además, la nuestra procede de la Iglesia verdadera (este tema da para otro vídeo).
En otras palabras, si ya lo tienes claro, si ya estás en camino, no te compliques, no te líes. En la Iglesia de Jesucristo, pastoreada ahora por León XIV, ya lo tienes todo. No hace falta nada más.
Ahora bien, si con libertad responsable quieres estudiar y acercarte a otras espiritualidades, hazlo, pero con cabeza. Sabiendo dónde está el camino, la verdad y la vida. ¿Va? Seguimos.
2. Dios es para los sencillos
Pablo suele hablar con palabras muy bonitas a veces, y con definiciones complicadas de entender en otras. La sensación al escucharle es: “jope, cuánto sabe este señor y qué bien habla”. Podéis ver el vídeo que preparé para saber a lo que me refiero.
Ver vídeo crítica sobre Pablo d´Dors en YouTube.
En este punto, quiero resaltar que Dios, que Cristo, que toda la Alianza e historia de Salvación para con nosotros… todo esto, lo ha pensado y llevado a cabo para todo el mundo. ¿A qué me refiero? Pues a que Dios, siendo todo, siendo el Creador, el artífice del Universo entero, de sus leyes, que es una pasada pensarlo, se nos ha mostrado y sigue mostrándose de una forma muy sencilla.
O sea, que Dios, lo más complejo que existe, es a la vez lo más sencillo.
Vamos directos al Evangelio:
En aquel momento tomó la palabra Jesús y dijo: «Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños. (Mateo 11, 25-26)
En aquella hora, se llenó de alegría en el Espíritu Santo y dijo: «Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a los pequeños. (Lucas 10, 21)
Por tanto, concluyo este punto diciendo que, no porque alguien estudioso, que escribe libros, que da retiros, que hable mejor que tú y que yo, pueda encontrar la verdad, el camino y la vida mejor que nosotros. No.
Los más sencillos están más preparados para entender a Dios mismo, a seguirle y a proclamarle. Los más sencillos son los más humildes, los que tienen menos apegos a cosas mundanas y que saben que lo primero es Dios y lo llevan a cabo cada día.
3. Cristo no es su centro
En la conferencia que da sobre Charles de Foucauld, tiene varias perlitas que me hacen reflexionar. Una de ellas es cuando habla de la adoración. Qué es, de qué se trata. Y que Foucauld la hace frente al sagrario… y especifica Pablo, que Charles la hace frente a Jesús. Pone, para mí, una cara de que le molesta tener que hablar de Jesús. Que le incomoda cuando tiene que hablar con terminología católica o que puede llevar al espectador a elevar su alma a Cristo y no a la espiritualidad zen que él predica.
Si lo escucháis o leéis, os daréis cuenta de que usa siempre términos como: iluminación, tener la luz, maestro del interior, peregrinar a tu centro, koans, vaciarse, consciencia, consciencia unitaria… Todas estas y más, son palabras propias del budismo y otras espiritualidades orientales.
Te puede interesar: Apologética con el Padre Jesús Zurita
A continuación, os explico algunas:
Términos budistas que usa Pablo d’Ors
Estar iluminado:
Es el estado de plena conciencia. Por eso dice que Jesús es el maestro de la consciencia. Como si fuera el Buda que Occidente necesita. El concepto clave es que la iluminación ya está presente en todos los seres, como su naturaleza búdica inherente. No es algo que se adquiere, sino algo que se descubre.
Despertar:
Es lo mismo que la iluminación. Despertar es llegar al estado de plena consciencia.
Koans:
Un kōan es una frase, diálogo, pregunta o historia breve, generalmente tomada de encuentros entre antiguos maestros Zen y sus discípulos, cuyo objetivo no es explicar algo, sino romper los esquemas mentales del discípulo.
Vaciamiento:
Para los budistas zen, el vaciamiento es un proceso de liberación del ego, de los pensamientos, de los deseos y de toda identidad separada. Es dejar de lado toda construcción mental y emocional que impida experimentar la realidad tal como es.
Consciencia:
Se refiere al nivel de atención y percepción que una persona tiene sobre sí misma y su entorno en un momento dado. Es decir, cómo estamos presentes y dándonos cuenta de lo que ocurre dentro y fuera de nosotros. Supone una experiencia directa e intuitiva de la realidad tal como es, sin los filtros del ego, los pensamientos o los juicios. También implica ver con claridad que la separación entre “yo” y “el mundo” es una ilusión.
Consciencia unitaria:
Liberarse de la dualidad es ir más allá de esa forma de pensar que divide todo en opuestos. En la experiencia de iluminación según el Zen:
- No hay un “yo” separado del mundo.
- No hay un “pensador” separado del pensamiento.
- No hay separación entre sujeto y objeto.
Ejemplo:
Imagina que estás viendo una puesta de sol y de pronto te olvidas de ti mismo. No estás pensando “yo estoy viendo una puesta de sol”, simplemente eres ese momento: el color, el silencio, el instante. No hay separación. Eso es un atisbo de experiencia no-dual.
Volviendo a lo del gesto, me habla muy claro: él no predica a Cristo, ni su Misericordia, ni el Credo que tenemos en la Iglesia que está maravillosamente sintetizado. Más bien va a lo suyo.
El apóstol Pablo en Efesios 3,18 confiesa que él «En Él están encerrados todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento» y precisa: «Lo digo para que nadie os engañe con argumentos capciosos».
Por tanto, quiero preguntarme, preguntarte: nosotros, católicos, ¿vamos a lo nuestro? ¿O conocemos de verdad qué mensaje se nos pide proclamar?
¿Qué predicaba Jesús?
Marcos 1, 14-15 — Comienzo de la predicación de Jesús:
Después de que Juan fue entregado, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios; decía:
«Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio».
Lucas 4, 18-19 — Jesús en la sinagoga de Nazaret:
«El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor».
Catecismo de la Iglesia Católica – CIC 849:
“La Iglesia, enviada por Dios a las naciones para ser ‘sacramento universal de salvación’, obedece al mandato de su fundador: ‘Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes, bautizándolas…’ (Mt 28,19-20).”
Te puede interesar: ¿Qué es la Iconografía Bizantina?
4. No hay que evangelizar
Conecto el punto tercero con este. Y es que, en la misma conferencia sobre Charles de Foucauld, dice que:
«Si intentas evangelizar a una persona desconocida, estás adoctrinándole…».
Bueno, no sé si aquí se ha hecho un lío. Porque eso de que no hay que evangelizar es contrario al mandato del propio Cristo. Es más que evidente.
Mateo 28, 18-20 — La gran misión (después de la resurrección):
Acercándose a ellos, Jesús les dijo: «Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos».
Y ni siquiera porque lo ha dicho Jesús. Fijaos. Yo encuentro un tesoro, que me cambia la vida, que me va dando las respuestas necesarias a los problemas más fundamentales de la humanidad, y los míos personales. Me topo con un Dios personal que me ama, que me ha salvado, que lo hace todo fácil de entender, aunque sea un Dios que ha creado TODO.
Veo a mis hermanos, es decir, a los hijos de Dios (que somos todos), que no conocen a Dios, su mensaje, su Salvación, su Iglesia… y quiero intentar enseñarles lo que he conocido, a quién he conocido…
¿Y pensáis que me voy a quedar quieto o callado? No amigo no. Como sea, trataré de que conozcan a Cristo, que se descubran amados por Él.
Eso sí, hay que ver las formas de llegar a cada persona: a compañeros, familiares y amigos. Tú con tu propio carisma, yo con el mío. Siendo más o menos creativos. Y pidiendo mucho al Espíritu Santo que hable por nosotros.
Pero sin dejar de hacerlo. Encendiendo todo lo que se pueda ese celo por la salvación de las almas, como Cristo mismo quiere.
5. El testimonio no es solo “buen rollo”
Escribiendo el guion para este artículo, me he dado cuenta de que ha cambiado por completo los puntos que iba a poner. Y tras mucho pensarlo, rezarlo y escribir, veo que Dios me ha llevado por donde Él ha querido, de lo cual estoy contento.
Porque no pensaba poner este punto, aunque me parece de los más peligrosos. Habla, después de hacer un desarrollo, de cómo debemos dar testimonio los cristianos, y es, dando buen rollo.
Como católicos, se nos pide ser testimonios vivos. Una constante en nuestro día. Viviendo con una sana tensión apostólica. Con tensión me refiero a que la pregunta de “¿estoy anunciando a Cristo en mi entorno?” debe estar ahí siempre.
¿Te importan tus familiares y amigos? Pues piensa cómo puedes abrir una puertecita para que Cristo entre en sus vidas. La Virgen suele ser de gran ayuda para abrir puertas.
No sé qué tiene, pero mucha gente no creyente quiere o admira mucho a la Madre de Dios. Es difícil ponerle pegas a Ella. Ahí te lo dejo como idea.
Por supuesto, el testimonio que tenemos que dar no solo es el buen rollo. Entiendo que se refiere a la alegría, a la cercanía al otro, a mostrarnos tal como somos: gente normal que busca a Cristo, que busca enamorarse de Él cada vez más.
Sin embargo, si lo dejamos en solo buen rollo, vamos a convertirnos en católicos tibios que no les importa qué hagan los demás. En tratar de aparentar algo que no somos. En cambiar la verdad de Dios por querer parecer guays, colegas y demás. Pues no.
A veces perderemos amistades o tendremos grandes conflictos con nuestra familia porque no damos un paso atrás en nuestra fe, en lo que Dios nos pide hacer.
En ese punto, debemos ser radicales. Porque seguir a Cristo implica muchas veces persecución, insultos, desprecios… Nada nada. Seguimos adelante, con una fe firme y constante.
Conclusión
Y hasta aquí este artículo, esta reflexión que llevaba fraguando en mí mucho tiempo. Espero que os haya ayudado, que os sirva de guía para que vuestra fe pueda madurar cada día, que vuestros deseos de amor por el Señor se intensifiquen y que eso nos lleve a amar a los demás, aunque duela.