Hola, ya llevaba tiempo queriendo trata este temazo en mi canal de YouTube, y ahora lo hago extensivo a este vuestro blog. Y es que, Hakuna está despertando sentimientos y opiniones de todo tipo, es normal, porque es el Espíritu Santo el que la está “liando” pero bien. Por eso la cantidad de frutos impresionantes que Hakuna está dejando por todo el mundo. Humanamente ya sabéis, hay carencias, pero la valentía de esta gente a dejarse hacer por el Espíritu es de admirar.
Cada vez tengo más claro que esta época del Espíritu Santo. No es que dejemos de lado al Padre y al Hijo, sino que al igual que se hace hincapié en el Sagrado Corazón de Jesús o en San José, también Dios quiere que en la era en que vivimos, sea el soplo constante y dinámico del Espíritu Santo el que nos lleve, el que nos inspire qué debemos hacer y decir en cada momento. Y esto chicos de Hakuna están abiertos a ello.
Os dejo con algunas extractos de la entrevista que no tienen pérdida ninguna:
¿Qué es Hakuna?
Víctor: Ahora mismo es una asociación privada de fieles. Lo que hace Hakuna es, pues, una inspiración más del Espíritu Santo que está haciendo la Iglesia. Es una realidad de la Iglesia que acoge, recibe gente, se mueve en las parroquias, alimenta la Iglesia y al final es un instrumento más para la Iglesia. Y nosotros mismos también estamos en ese discernimiento de ver qué quiere Dios con esto.
Compartiendo con los demás y siendo capaces de llevar esa fe cristiana y esa misión que Dios quiere para ti: al mundo real, a tu universidad, a tu grupo de amigos, a tu oración diaria. Y al final, Hakuna no es más que un instrumento para facilitar eso.
Víctor de Hakuna
¿Cómo se vive la fe en Hakuna?
Víctor: La fe, como yo lo veo, se vive de una manera muy natural, muy orgánica. Lo que se intenta hacer en todas las actividades de Hakuna: horas santas, que es por ejemplo lo que hay ahora aquí (en el Estudio) todos los lunes u otros días de la semana, las escapadas que son más viajes de verano y demás actividades que hay de ese estilo.
Se trata de vivir de una manera auténtica, como la vida real. Que la fe no sea como una asignatura extraescolar a la que solo vas los miércoles. Y quitarse de muchas cosas del mundo para poder ir a la autenticidad, a lo esencial de la persona. Y al final también es toda esa relación. Todo lo que se vive ahí es una relación constante con los otros. Esa es la realidad de una comunidad. El final para mí es una comunidad, una familia en la que puedes ser tú con con toda tu realidad, toda tu parte buena, toda tu parte mala, pero ser tú auténticamente.
Es ir indagando lo que Dios quiere de ti, lo que te lleva a ti, compartiendo con los demás y siendo capaces de llevar esa fe cristiana y esa misión que Dios quiere para ti: al mundo real, a tu universidad, a tu grupo de amigos, a tu oración diaria. Y al final, Hakuna no es más que un instrumento para facilitar eso.
Los conciertos impresionantes de Hakuna
Víctor: Pero cada una de esas personas, venga como venga, haya sido el camino de Dios que haya elegido; van a entrar a un estadio en el que hay 8.000 personas o las que sean, cantando y gritando al cielo, rezando la canción de Noche. Todo el mundo de rodillas. Imagínate que tú has ido ahí distraído, no lo tienes claro, no lo ves claro, incluso que no crees en Dios. Pero ver eso, ver que que existe un mundo, o sea que existe una realidad que es posible más allá de un concierto que puede ser de Maluma, de bueno, de cualquier otro artista del estilo. Dices, joe, el ambiente que vives ahí no está en el que yo quiero vivir, tan sano.
En cambio, vas aquí, ves gente de todo tipo; familias, niños, amigos, todos cantando, felices, rezando y dices, qué maravilloso que hay otro mundo es posible.
Vida y comunidad
Víctor: Yo creo que por lo que persevero en Hakuna son dos cosas: una es vida y otra comunidad. Vida por la vida que aquí se respira, se vive. Ya vivimos en un mundo en el que todos hemos pasado muchos momentos concretos, momentos de muerte, se podría decir. Son momentos en los que te destruyes más, te deshaces más que lo que realmente estás construyendo.
Y aquí se respira una vida, una verdad a la que queremos aspirar. Aunque la verdad es sólo Cristo, pero como que queremos ir, caminar hacia esa luz juntos, que creo que esa vida compartida nos llena, nos nutre, nos hace brillar y se nota. Es lo que es, lo que se respira, lo que se cuida. Y al final lo que decía Carlos, que me ha recordado que el Papa Francisco dijo la Iglesia debe ser un hospital de campaña.
Eso es lo que veo yo aquí en el Estudio, gente de todo tipo, con tu situación, con todo sufrimiento, viene aquí y se siente en casa porque se va a encontrar a alguien que le abrace, sea como sea, esté como esté. Yo he vivido aquí con gente que a lo mejor me la ha podido liar un poco o a otros, y es que se le abraza igual, se le quiere igual, no se le rechaza, ni se le manda al destierro, sino que es lo que hay detrás de todo esto.
Entonces se une mucho con comunidad, que yo siempre lo pienso en cómo se vive aquí. Es un ambiente similar a lo que vivían los primeros cristianos, las primeras comunidades. La Carta a Diogneto habla de de cómo los cristianos viven en medio del mundo, ahí en el Imperio romano y tal. Según las reglas del mundo. Pero se les ve que son completamente diferentes.
Es la forma de trabajar de aquí, que no se espera a tener las cosas bajo control para hacerlas.
Bello es el riesgo
Carlos: Me he dado cuenta de que eso es la fe. Porque cuando haces las cosas porque lo sabes o lo tienes seguro, pues igual tampoco hay tanta fe. Entonces al final he visto que precisamente un acto de fe puede ser ese, igual hoy no siento nada o no me parece que tenga ningún sentido ponerme ante el sagrario, pero hago el acto de fe y voy a buscar a Jesús.
Y tienes tus obligaciones, tu trabajo, pero te piden: oye, que se va a organizar la JMJ y necesitan ayuda y tal. Y tú no sabes cómo te vas a organizar. No creo que sirva esto, no sé cómo va a salir, pero dices: bueno, desde luego si no me pongo en predisposición… y ahí haces un acto de fe. Lo intento como pueda, y voy con esa lógica. Además, me la contagian en Hakuna, que es la forma de trabajar de aquí, que no se espera a tener las cosas bajo control para hacerlas.
El arte de vivir está en el Evangelio
Carlos: Y en eso que Víctor y yo somos muy amigos y hablamos de muchas cosas de la propia vida. Hay frases que nos repetimos mucho porque nos hemos dado cuenta, o al menos yo me he dado cuenta, que en el Evangelio y en lo que propone la Iglesia, están las recetas del arte de vivir.
El arte de vivir para manejarla, es precisamente el saber abrazar la incertidumbre, abrazar los misterios. Y entonces, pues cuando piensas más a lo grande, cualquier actividad mediana te parece una tontería. ¿Cómo no voy a lanzarme a hacer esto? No se si es que estoy vivo. Me toca lanzarme ahora y creo que también unido con eso, tanto a nivel personal como de comunidad.
Vale, voy a intentar liberarme de esto, aunque me cueste, porque sé que hay algo detrás que es más grande que yo.
Carlos de Hakuna
Liberarse de prejuicios
Carlos: Muchas veces tenemos muchos prejuicios y miedo. O sea, lo de bello es el riesgo, no tener miedo a pensar de verdad. Utilizamos cualquier tipo de prejuicio o excusa para no afrontarnos a nosotros mismos. Por ejemplo, tuve que romper ciertas barreras, prejuicios y recibir una cura humildad para colaborar en actividades.
Y ahora me doy cuenta de lo tonto que he sido al dejar de hacer cosas por prejuicios. Que convenidos somos a veces para lo que queremos. Son excusas para no afrontar la verdad, porque me puede doler. Eso es clave. Al decir: vale, voy a intentar liberarme de esto, aunque aunque me cueste, porque sé que hay algo detrás que es más grande que yo.
Me quedo con confiar en la verdad, si creo que la verdad es lo que voy a predicar, ¿por qué tengo miedo de buscarla? Ahí es cuando empecé a romper barreras. Porque me daba igual cuál fuera la verdad, si se desmontaba lo que yo creía o no, me daba igual.
Y la verdadera revolución en el mundo de hoy no es individualidad, sino la comunidad
Víctor de Hakuna
Tú eres importante para mí
Víctor: Yo quiero compartir una cosa que aprendí de un sacerdote argentino. Estuve de misiones durante la Semana Santa en mitad de la Patagonia, en Argentina. Fuimos un día a la radio. Allí hay sitios donde no hay cobertura, entonces todo el mundo que viven solos en mitad de la montaña, cuidando el ganado, escuchan la radio. Están solos y decía este sacerdote que: lo único que necesita escuchar es que tú eres importante para mí. Y literalmente, eso es lo que yo creo que Dios te quiere decir a ti. A quién está escuchando esto: Tú eres importante para mí. Y eso se va a materializar a través de personas que te van a tender la mano, a través una actividad de Hakuna en la que puedes encontrar esta comunidad, este abrazo o cualquier otra realidad de la Iglesia.
Pero Dios hoy quiere decirte: Eres importante para mí, yo te quiero y yo te quiero curar, te quiero sanar. Y creo que vivimos en un mundo en el que tendemos a una individualidad, a hacer las cosas por nuestras propias fuerzas, a poder con todo, yo solo, yo soy lo que quiero, yo consigo… y la realidad es que de verdad nos podemos nutrir.
Y la verdadera revolución en el mundo de hoy no es individualidad, sino la comunidad. Viven juntos, vida en familia, cada uno tal como es, cada uno con su realidad, pero dejándose querer abrazar por el otro. Y ahí, en ese encuentro con el otro, en ese amar nuestra realidad y los del otro, es donde nos damos cuenta de que para Dios somos importantes y para los demás somos importantes.
Entonces, simplemente recordarte que tú eres importante para mí.